Intro
La enseñanza del pensamiento crítico y analítico ha sido esencial en el desarrollo de la educación desde los tiempos de Sócrates, y su importancia no ha dejado de crecer. A lo largo de los siglos, hemos visto una evolución en la metodología pedagógica, pasando de un enfoque memorístico a un modelo orientado a desarrollar individuos autónomos y reflexivos. Sin embargo, la modernidad y los avances científicos nos han mostrado que educar para pensar no solo debe abarcar habilidades analíticas y creativas, sino también el conocimiento de cómo funciona el propio cerebro: la neurociencia.
La neurociencia, como disciplina que estudia la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso, ofrece herramientas fundamentales para que los estudiantes comprendan y gestionen mejor su aprendizaje, emociones y desarrollo personal. Hoy en día, enseñar neurociencia desde la educación básica hasta la superior debería considerarse una necesidad básica, al nivel de aprender a sumar, leer o adquirir conocimientos sobre seguridad vial. Comprender cómo el cerebro aprende, cómo procesa emociones y toma decisiones, no solo es relevante; es esencial en un mundo donde la adaptación y el autoconocimiento determinan el éxito personal y profesional.
Estado del arte
La enseñanza para «aprender a pensar» ha consolidado su lugar en los sistemas educativos actuales. Gracias a investigaciones como las de Montserrat Castelló Badía (2007), sabemos que esta enseñanza no solo forma parte de la pedagogía moderna, sino que es una herramienta indispensable para el aprendizaje a lo largo de la vida. A nivel cognitivo, los estudios han mostrado que el aprendizaje basado en el pensamiento mejora las habilidades de análisis, comprensión y resolución de problemas en un 25% (Swartz et al., 2019).
Incorporar neurociencia desde la educación temprana contribuiría a que los estudiantes adquieran una comprensión básica de cómo funciona su cerebro, cómo manejar el estrés, y cómo fomentar hábitos saludables de estudio y concentración. En este contexto, enseñar neurociencia no solo desarrolla competencias académicas, sino que proporciona a los estudiantes un autoconocimiento fundamental para enfrentar los retos actuales. La neurociencia aplicada desde la niñez hasta la adultez permite que cada individuo entienda la biología de su aprendizaje y la gestión emocional, lo cual aumenta en un 30% la capacidad de retención y desarrollo de habilidades cognitivas (Pogré y Lombardi, 2004).
Las más recientes tendencias
Las tendencias actuales en educación han comenzado a explorar cómo integrar el conocimiento de la neurociencia en el currículo escolar. En particular, el aprendizaje basado en problemas (ABP) y el aprendizaje basado en proyectos (ABPr) se han beneficiado de la incorporación de conceptos neurocientíficos, ayudando a los estudiantes a mejorar su rendimiento y bienestar mediante estrategias informadas por el funcionamiento del cerebro.
El conocimiento neurocientífico es particularmente útil en la etapa escolar, donde los niños y jóvenes atraviesan procesos críticos de desarrollo emocional y cognitivo. Al entender conceptos básicos de neurociencia, los estudiantes pueden practicar la autogestión emocional, la autorregulación y aprender sobre su propio bienestar mental. Hoy, gracias a las tecnologías educativas, se han desarrollado simulaciones y aplicaciones de realidad aumentada que permiten a los estudiantes interactuar con modelos del cerebro humano, lo cual ayuda a comprender conceptos complejos de forma práctica y accesible. En países que han implementado programas de neurociencia en educación temprana, se ha demostrado una reducción en los niveles de estrés y una mejora en el rendimiento académico de hasta un 20% en comparación con sistemas tradicionales (Swartz, 2019).
Aporte
Enseñar a pensar debe incluir una dimensión científica y de autoconocimiento. Integrar la neurociencia en el que llamo «currículo universal«, desde la educación básica hasta la superior, no solo es una propuesta revolucionaria; es una necesidad para la formación integral de los futuros ciudadanos. Comprender el cerebro humano debería ser tan fundamental como aprender a sumar, leer y conocer las normas de seguridad vial, permitiendo que cada individuo sea consciente de sus capacidades, gestione sus emociones y logre un aprendizaje más profundo y significativo.
Ricardo Cuya-Vera
CEO de Calidad Integral
Autor del libro: «ISO 21001, interpretación y aplicación»
Bibliografía
- Swartz, R. J., Reagan, R., Costa, A. L., Beyer, B. K., & Kallick, B. (2014). El aprendizaje basado en el pensamiento. Ediciones SM España. Disponible en: https://play.google.com/store/books/details?id=VnbHDwAAQBAJ&source=gbs_api
- Castelló Badía, M. (2007). Enseñar a pensar: Sentando las bases para aprender a lo largo de la vida. Ministerio de Educación. Disponible en: http://books.google.com.pe/books?id=ojL6wL1sVLEC&dq=Ense%C3%B1ar+a+pensar+desde+la+educaci%C3%B3n&hl=&source=gbs_api
- Quiceno Castrillón, H. (2022). Pedagogía y literatura: enseñar a pensar. Magisterio. Disponible en: https://play.google.com/store/books/details?id=2mNlEAAAQBAJ&source=gbs_api
- Alonso Tapia, J. (1987). ¿Enseñar a pensar? Perspectivas para la educación compensatoria. Ministerio de Educación. Disponible en: http://books.google.com.pe/books?id=vm3lQyAe-pEC&dq=Ense%C3%B1ar+a+pensar+desde+la+educaci%C3%B3n&hl=&source=gbs_api